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Cuenta Carrito.
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PORTO FERREIRA

Una Historia con más de 270 años

Doña Antonia Ferreira.

Una mujer que se convirtió en un símbolo no solo del emprendimiento y la viticultura del Douro, sino también un ejemplo mayor del altruismo y la generosidad para con los más necesitados. A los 33 años, tras quedarse viuda, se vio en la necesidad de asumir el liderazgo de los negocios familiares y de desarrollar la que vendría a ser la Casa Ferreira, misión que cumplió con una brillantez excepcional, lo que reveló una extraordinaria vocación empresarial.

Formando parte de la 4.ª generación de la familia Ferreira del Duero, con una importante actividad en el cultivo de la viña y en la producción de vino de Oporto, Dona Antónia fue heredera de una gran fortuna, pero no se limitó a gestionarla, sino que invirtió, apasionada e intensamente, sin esperar por la protección ni apoyo del Estado, en la región del Douro que tanto amó. Propietaria y comerciante respectada, supo esquivar las dificultades añadidas por el hecho de ser una mujer en un mundo en donde el poder estaba ostentado esencialmente por hombres. Dona Antónia profundizó los valores de una cultura empresarial familiar y tradicional, manteniendo una apertura a la innovación y una permanente atención a la evolución de los más recientes conocimientos del sector vitivinícola, lo que le permitió asociar la tradición a las novedades técnicas en el cultivo de la viña, en la producción de los vinos o incluso en el sistema de embotellado. Apostó siempre por la calidad como triunfo más importante para la reputación de la empresa. Esta actitud de gran valentía fue la que le atribuyó una sólida reputación en el mundo de los vinos.
Ferreira es la única de las grandes casas de vino de Oporto que se mantuvo fiel en manos portuguesas desde su fundación, en 1751, por los Ferreiras de Régua (Portugal). Hoy en día, Ferreira asume el legado histórico enriquecido por varias generaciones,.
El resultado de esta estrategia fue la producción de miles de barricas de vino considerado de la mejor calidad entre compradores portugueses y extranjeros, vinos generosos procedentes de las decenas de fincas y bodegas del Douro posteriormente almacenadas en las bodegas de Vila Nova de Gaia. Aquí, incluso hoy en día las cosechas consagradas como las de 1815, 1820 o 1847 forman parte de una impresionante bodega que perpetua la memoria de Dona Antónia.

Cuando falleció, el 26 de marzo de 1896, a punto de cumplir 85 años, además de una fortuna considerable, traducida en decenas de fincas y miles de barricas de vino, dejó también un ejemplo inestimable de bondad y ciudadanía. De Ferreirinha se contaba que era generosa con los pobres y más débiles, aunque altiva con los más ricos y poderosos; y que estaba con la misma naturalidad en casa de los trabajadores más modestos que en el Palacio Real.