HISTORIA
La evolución de Artuke se percibe nada más atravesar el portón de entrada de la bodega en Baños de Ebro (Rioja Alavesa). Junto al álbum con fotos de la familia De Miguel descubando depósitos, Arturo, cosecha del 81, tiene unas botellas antiguas con etiquetas que algún día fueron modernas y que contrastan con la imagen actual de sus vinos, mucho más pulida y clásica. Para él, son un recordatorio diario de los modestos comienzos de Artuke.
Como muchos otros productores de la zona, su padre, Roberto de Miguel, viticultor de cuarta generación, dejó el granel en 1991 para elaborar vinos de cosechero que vendía con su furgoneta en el País Vasco. Recién terminada la carrera de Agrónomos y con un máster en enología, Arturo llegó a la bodega familiar en la década de los 2000 dispuesto a poner en práctica lo que había aprendido en la universidad.
Su hermano que se incorporó a Artuke en 2010 y está más en el campo, trabajan la viticultura como hace 50 años y han vuelto a las maceraciones de seis días (“si en el campo trabajas bien y con rendimientos moderados, no es necesario forzar nada en la bodega”), al hormigón y a las cubas y barricas grandes de 500 y 600 litros, aunque mantienen los depósitos de acero inoxidable. Tampoco renuncian a utilizar la tecnología cuando lo ven necesario.